Edición, Texto, fotografía, maquetación: Luis Enrique Salinas Pérez
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Esta vez aludiremos las manos mágicas de sus artesanos, el bosque de piedras (Los Sapitos), el reflejo creativo de su gente y el espejo encantado de San Nicolas.
Nos encontramos en una de los más bellos, amplios e importantes espacios de Cajamarca, la plaza de armas, ciudad de arquitectura colonial barroca; mochila en mano y con la infaltable cámara digital Olympus, sacamos el boleto para embarcarnos en el bus turístico que por 40 soles nos llevará junto con otros 12 pasajeros por una ruta que no es la más habitual entre las rutas turísticas, pero sí resulta muy relevante por su significado.
Esta se inicia en el complejo Qhapaq Ñan (Alameda de los Incas), inaugurado hace pocos años y que hoy es un lugar de distracción y entretenimiento para toda la familia. El complejo Qhapaq Ñan consta de un área de 30 hectáreas, con instalaciones deskate park, anfiteatro, parque polideportivo, coliseo multiusos y el puente peatonal. Sobresalen también con todo su esplendor y majestuosidad los 14 incas del Tahuantinsuyo tallados por el escultor Percy Cueva. Estas estructuras de 2.20 metros de alto parecen custodiar el camino inca de Cajamarca.
Turismo vivencial en Namora
Después de una hora de visita enrumbamos a nuestro destino, y en el camino encontramos una zona formaciones geológicas llamada los sapitos, un pequeño bosque de piedras que por la erosión de miles de años, estas rocas areniscas han tomado la apariencia de sapos petrificado; el lugar está impregnado de misticismo y la vista panorámica de su paisaje es hermosa.
Seguimos nuestro destino, el distrito de Namora, ubicado a 25 minutos, tierra del capulí, la guitarra y el alfajor, se caracteriza por su clima templado y poco lluvioso, es una de las provincias más atractivas por su paisaje natural, la gastronomía casera y prodigiosa artesanía. Al visitar esta ciudad, lo primero que nos llama la atención de la plaza de armas es un pequeño monumento a la guitarra, ampliamos nuestro horizonte visual y observamos numerosas tiendas de artesanos ebanistas que fabrican estos instrumentos musicales de tanta tradición en el Perú y que aquí, en Namora, se distinguen por la calidad de su madera y la estupenda acústica que ofrecen. Un promedio de 200 familias de artesanos y ebanistas se dedican a la fabricación de las guitarras, instrumento muy usado por los cajamarquinos, principalmente en las fiestas de carnaval.
Cuerpo de Guitarra
Llegamos a la tienda-taller de don José Luis Pérez para conocer la fabricación de las guitarras, una joya elaborada a mano y cuyos armazones nos muestran algunas hechas con cedro, palosanto, pino y ciprés, esta última es la más común. Su costo se determina en función de qué madera esté hecha; también las aplicaciones artesanales, por lo que hallará guitarras que cuestan 3,000 soles y otras de 100 soles. Unas coplas del carnaval cajamarquino surgen entonces festivas de las cuerdas de un charango que pulsadas por don José, solo invitan a batir palmas. Con la alegría y el sabor de los namorinos continuamos la ruta.
Dulce destino
Antes de visitar los talleres hacemos una parada obligada, porque Namora también es conocida como la ciudad del alfajor y teníamos que probarlo. No se parece en nada a los que estamos acostumbrados. Es más grande y crocante, tiene la textura de una galleta delgada, la forma de las capas que cubren el relleno con miel de caña, es ovalada y son hasta cuatro capas de pura delicia. La dulzura del momento nos anima a continuar por esta ruta que el paladar disfruta son manjares que se distinguen por su aroma y frescura, preparados a base de leche. No por algo el postre de bandera en Namora es el manjarblanco, el dulce de leche, las mazamorras de leche, y la miel con quesillo.
San Nicolás
Seguimos el periplo, esta vez por una de las áreas naturales con mayor variedad de flora y fauna. Aquí los sembríos se extienden hasta la orilla, ese espacio en el que las aguas se juntan con la tierra, debilitándola con sus caricias. Más allá, las estilizadas siluetas de las aves nativas y migratorias se revelan sin que la inquietud de un ojo vivaz la capte. Registramos su vuelo, como también el zigzagueante paso de truchas y pejerreyes que pueblan este espejo hídrico que es la laguna de San Nicolás. Este atractivo es por ahora uno de los más visitados y emblemáticos de Namora. Está rodeado de totorales e inmerso en fascinantes historias y relatos. Castigo divino, dicen unos; bendición de Dios, dicen otros; lo cierto es que entre la tertulia que la naturaleza inspira, la tarde se mece sobre botes ecológicos, mostrándonos sus mejores imágenes. De este paraíso pasamos al que Luz Isabel Guarniz propone en su restaurante Ojos de Lechuza, que más allá de lo peculiar del nombre nos ofrece el mejor sabor culinario de la zona: ceviche de trucha, cuy colorado y el famoso shámbar cajamarquino, son apenas una muestra de lo que ofrece en su casa-hospedaje. Aquí, el turismo vivencial es una realidad que se disfruta desde las primeras luces de la mañana.
Beneficios del turismo
Hay que rescatar la iniciativa que ha tenido la ciudadanía para desarrollar planes de conservación, manejo y aprovechamiento de los recursos, pero especialmente para crear conciencia en torno a este potencial. En la laguna de San Nicolás hay más de 10 familias que brindan servicios turísticos y que generan puestos de trabajo, sin alterar las actividades económicas tradicionales: la agricultura, la ganadería y la crianza de animales menores. Con una mirada integral han incorporado el día a día desarrollando el concepto de turismo vivencial y ecoturismo. Cajamarca es una tierra donde aún se escribe la historia por sus recursos naturales, hermosos paisajes y su gente, siempre noble y acogedora, capaz de ofrecer una experiencia inolvidable al turista que la visita. Hasta podríamos asegurar que es alegre y multicolor como sus carnavales.