Edición, Texto, fotografía, maquetación: Luis Enrique Salinas Pérez
lsalinas0510@gmail.com
Entre el desierto y el mar la carretera corta en dos las solitarias pampas de Cañete. A la distancia, el sur se presiente como una promesa tibia. En el silencio del viaje, las dunas anuncian la proximidad de playa Jahuay, la penúltima confirmación de que Chincha espera en la cumbre de aquella cuesta arenosa. Un cartelón de colores y base metálica da la bienvenida a Chincha, ciudad calurosa y hospitalaria, situada a doscientos kilómetros al sur de la capital. Si va en bus o auto, el viaje es en tres horas. Con justicia, a esta provincia de la región lca la llaman “Tierra de campeones” pues allí han nacido varios de los más renombrados deportistas nacionales. Entre ellos destaca con claridad Mauro Mina, el boxeador apodado “EI Bombardero” por la potencia desbordante de sus puños. En Chincha se conjuga cultura y descanso, modernidad, esperanza y tradición.
Chincha es el sabor de la tradición.
En cierto sentido, todo viaje es una celebración de la vida, en Chincha, el folclor afroperuano se combina con una de las más sobresalientes cocinas regionales y con la devoción de un pueblo laborioso para hacer de cada visita una experiencia memorable. Chincha sintetiza una parte crucial de la historia de los peruanos afrodescendientes. En la etapa de la Colonia, esta provincia sureña sostuvo su economía en el transporte de azogue extraído de las minas de oro y plata de Oropesa en la provincia de Huancavelica para embarcarse hacia el exterior. Con el paso de los años, la prosperidad relativa motivó la llegada de africanos esclavizados para trabajar en las plantaciones de uva y algodón y como en una metáfora cargada de sarcasmo, la vida se puso negra. Pero como aun en la dificultad existe resistencia, la cultura africana reforzada en un proceso de mestizaje, sobrevivió al desafío conservando su cultura intacta, al paso del tiempo en una mezcla de manifestaciones de otros grupos del pueblo permitió el nacimiento del arte musical afroperuano.
Cultura auténtica
El extraordinario violinista Guillermo Marcos Santa Cruz nos recibe en su casa y nos da la bienvenida con dos panalivios populares, 'Panalivio' y 'Zancudito'. Él es toda una leyenda y merece otra crónica punto y aparte, pero nos da el honor a vivir la fiesta chinchana.
En una mesa, ollas de barro humeantes muestran la suculenta cena: sopa seca con gallina de corral, carapulca con chancho y damajuanas con la cachina más refrescante, dos vasos al “seco y volteao”, porque la pista de baile nos llama. A ritmo de festejo, visitamos la plaza de Armas de Chincha. De allí, la fe me lleva a un pequeño bulevar del distrito de Grocío Prado, donde artesanos confeccionan y venden recuerdos de totora y carrizo.
En el lugar está ubicado el santuario de Melchorita Saravia Tasayco, beata popular venerada por muchos feligreses del Perú. Su santuario consta de una sala de oración con su imagen, en silencio, los devotos rezan y piden milagros, llevan a sus hijos para que reciban su bendición, hacia un lado se encuentra lo que fue su habitación, un pequeño dormitorio con una cama de carrizo y esteras, donde los visitantes acostumbran depositar monedas y otros recuerdos. En la entrada, los Iugareños venden crucifijos, estampas, cuadros, velas decoradas y la especialidad de casa, los dulces Chinchanos, el frejol colado, el dulce de camote, el dulce de ciruela, los picarones, machacado de membrillo, dulce de higo, la chapana, las humitas y los turrones.
El Carmen
La orden Católica Romana de sacerdotes, los Jesuitas, fundaron el pueblo de El Carmen, se instalaron entre negros inválidos y ancianos que ya no servían para el trabajo del campo, también vendrían los negros libres para sorteos anuales, que en la fiesta de San José establecieron los dueños de la hacienda, sin embargo, los mulatos tuvieron que aprender algunos oficios; albañiles, aguadores, adoberos, herreros, amansadores de caballos o criadores de gallos de pelea, también, hueseros, curanderos, rezadores, tejedores de canastas de caña brava y esterillas de carrizo. El Carmen, San José, El Guayabo, San Ragis, y Hoja Redonda, son el escenario donde se llevó a cabo la mejor y más animada transformación cultural de estos lares.
El carmelitano se caracteriza por el zapateo, herencia de las faenas en las chacras, intacta la picardía en el contrapunto de sus danzas. El Panalivio lo practicaban mientras hacían el chapodo del algodón y la zafra de caña. En ese ambiente se creó el Atajo de negritos de El Carmen y sus veinticuatro danzas, contradanza, zancudito, panalivio, el yugo, la serrana vieja, paloma ingrata, pastoría, llegada del rey, el divino, relación en honor al niño Dios, el pastorcillo, el arrullamiento, anunciación, la pisa de Humay, despedida a la virgen de El Carmen, pasacalle, pajarillo, despedida de la navidad, despedida del seis de enero, hoy cantemos y bailemos, el borrachito; contrapunto, tamboreada, palmada y punta suelta; y acción de gracias.
En Chincha se escucha el retumbar de la música negra; guitarras, violines y cajones estremecen el ambiente, al igual que las enormes y blancas quijadas de burro. Ahora estamos en la casa de los hermanos Ballumbrosio, la fiesta ya empezó y está que arde, la música se impregna en el ritmo de los cuerpos oscuros, las gotas de sudor nos permiten ver la radiografía de la sensualidad y la fuerza del baile, el jolgorio y las sonrisas son blanquísimas y hospitalarias.
Sabor tradicional
Pero Chincha también es conocida por sus grandes campos de algodón y aromático vino. Las famosas bodegas conservan su categoría de antaño, impulsadas por los descendientes de los italianos que, desde 1860, se afianzaron en el valle de Sunampe. Hoy, destacan en las preferencias del turista las bodegas Naldo Navarro, San Eusebio y Viña Julia, entre otras que conservan el sabor tradicional de otras épocas.
Y si de arquitectura tradicional se trata, los chinchanos se muestran orgullosos de la hacienda San José. Los cimientos de este bello complejo comenzaron a trabajarse en el año 1600. Aquí los visitantes pueden recorrer y apreciar la belleza de su capilla de estilo churrigueresco, salones, pasillos y amplios patios. Los actuales propietarios, más la rica comida de la zona, harán que usted se sienta como en casa. Pero San José tiene un atractivo adicional; los laberintos con muchos pasadizos que se entrecruzan en sus cimientos. Cuenta una versión local que estos eran utilizados para trasladar a los esclavos desde la Costa, en horas de la madrugada, con el fin de no pagar impuestos. En la actualidad, San José ha sido remozada y dotada de la mejor cocina chinchana para brindar buena atención al visitante.
Chincha fue creada el 30 de octubre de 1868 por el presidente José Balta, con su capital la Villa de Pisco, la misma que fue elevada a la categoría de ciudad el 19 de septiembre de 1866. El 13 de octubre de 1900 se dividió esta provincia para formar Pisco; esta misma Ley trasladó la capital de la Provincia de Chincha a Chincha Alta. Actualmente está conformada por los distritos de Grocio Pardo, Chincha Alta, Chincha Baja, Sunampe y Tambo de Mora, en el valle del río Chincha, Chavín y San Pedro de Huacarpampa, en la sierra.
Me despido con un mensaje tomado de las décimas de Nicomedes Santa Cruz…"Alegre pueblo chinchano, donde el vino sabe a gloria, a cantar tu magna historia, viene un modesto paisano.