Edición, Texto, fotografía, maquetación: Luis Enrique Salinas Pérez - lsalinas0510@gmail.com
AREQUIPA
El nombre de pila de nuestro próximo paraje es, Villa de la Asunción de Nuestra Señora del Valle Hermoso de Arequipa, bautizada el 15 de agosto de 1540. La imponente presencia de los volcanes, El Misti, Chachani, Pichu Pichu, Sabancaya, Ampato, Hualca Hualca y Coropuna, los temblores y terremotos, ponen a prueba el temple de su gente, el carácter arequipeño convive con la agitada actividad telúrica y al mismo tiempo con la hermosura de sus campiñas, el cielo azul con lazos nupciales rodeando el Misti, fructíferas tierras abonada con cenizas volcánicas, la magnifica arquitectura arequipeña resalta con las piedras blancas y resistentes de los volcanes; paisaje perfecto con el que Arequipa recibe a miles de turistas nacionales y foráneos. Arequipa ha logrado conservar y conjugar la construcción moderna con la recia hispanidad histórica.
Caminar por la imponente Plaza de Armas, resguardada por la majestuosa Catedral, El Portal de la Municipalidad, El Portal de Flores juntamente con el Portal de San Agustín. Centenares de palomas caminan en el empedrado, inesperadamente levantan vuelo como un abanico agitado, para luego aterrizar nuevamente en un mar de alas sobre el empedrado grisáceo. En el medio, la histórica fuente de bronce de tres cuerpos y sobre ella la legendaria efigie del Tuturutú, que simboliza a un soldado del siglo XV lanzando tonadas de guerra con su trompeta.
El hambre llama y no perdona, me fui a almorzar a los altos de un portal, pedí un triple!!! delicioso rocoto relleno acompañado con pastel de papa, chicharrón, picante de patita de cerdo y para bajarla, su anís de najar. Simplemente, extraordinario.
MONASTERIO DE SANTA CATALINA
Ingresar a sus claustros del monasterio de Santa Catalina, es entrar al túnel del tiempo, ocupa toda una manzana vigilada por los altos muros, es uno de los más fascinantes edificios religiosos en el Perú, el complejo de 20.000 metros cuadrados es una ciudadela dentro de la ciudad, fundada en 1580 por Doña María de Guzmán, viuda de Diego Hernández de Mendoza.
La entrada tiene un costo de 40 soles y un guía turístico 20; intrigados por la construcción e historia muy atentos al guía, y empezó diciendo; esta hermosa ciudad no podía ser vista por nadie, ni las religiosas que vivían dentro, ellas tenían visitas familiares, pero no podían ser vistas, ya que se paraban detrás de una pared cubiertas con un manto, y en las misas se ubicaban detrás del pulpito junto al coro de la capilla, sin embargo las rejas estaban cubiertas con mantos que las separaban del público. Esta misteriosa y silenciosa ciudad fue revelada en 1970 por una empresa privada que abrió parte del convento para el turismo, porque aún viven monjas en el área norte del complejo. La guía nos lleva por el angosto y bello locutorio. Seguimos por los corredores de piso de laja hasta llegar a un pequeño y soleado patio hasta la Sala de Recibo. Miramos sus paredes, gruesos muros que han resistido varios terremotos ocultando también el ruido exterior, conservando la quietud y belleza de sus ambientes, allí está la pintura de la escenificación de la Ultima Cena a tamaño natural de Santa Catalina de Siena y la Virgen de las Ropas.
Seguimos por hermosos patios, tenebrosos claustros y celdas, calles de color ocre, el ambiente de la cocina aún con hollín, el fogón de las monjas, un bello horno del cual nos remonta a antiguos aromas de pan caliente, ollas de barro y estaño. Construcciones con paredes de azul añil; el Claustro de la Pasión, cinco arcos lo sostienen y fortaleciendo la fe se empinan tres cruces en el patio y a los lados resplandecientes árboles de naranja. En el recorrido por el interior vemos cuadros pintados con cestos de frutas vigilada por la imagen de una morisca. Caminamos también por la blanca Calle Córdova, que está flanqueada por habitaciones que servían de morada a las monjas, junto con un puñado de sirvientes, la Calle Toledo de impactante color guinda también nos conduce a la actual cafetería, con pasteles recién horneados y aromático café expreso.
Se observa al final del pasillo la lavandería y sus veinte tinajas de barro aún conservadas donde las monjas y sirvientas lavaban sus ropas y sus pecados. Los faroles de forja artísticas de fierro resaltan en la calle Burgos sobre las paredes rojas, finalizando vemos la oscura y húmeda cocina construida en piedras de sillar que originalmente se utilizo como iglesia hasta la reforma de 1871.
En la calle Sevilla destaca las hermosas macetas de geranios entre faroles y gárgolas, y al fondo la vista del campanario. En el recorrido quedamos embelesados ante la Plaza de Zocodover- Trueque – con sus paredes de rojo fuerte, una fuente circular y al centro un gran surtidor de agua fresca y cristalina, por la sed agobiante bebimos el agua del surtidor, mientras observamos la Alberca lugar donde las monjas tomaban sus baños en verano. Hermosas puertas en estilo barroco con historias de la fe y el silencio de las monjas. Seguimos transitando por el Claustro de Los Naranjos que representan la renovación y la vida eterna, sorprendentemente la Pinacoteca del monasterio nos muestra más de cien pinturas coloniales, la capilla en un lado y la galería de arte en otro bordean a este edificio que toma la forma de cruz y en los murales a lo largo de sus paredes muestran escenas de la vida de Jesús y la Virgen María.
En el recorrido encontramos el claustro de la beata Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, y en la entrada se puede leer la historia de su vida, donde resalta que fue beatificada en la visita de Juan Pablo II en 1985 debido a su ejemplar vida conventual y a la atribución de sus milagros y predicciones exactas sobre el futuro que ha realizado hasta su muerte en 1686.
Llegamos a la entrada y la guía nos dice que podemos volver a recorrer y para no perdernos hay un mapa en el dorso del boleto de la entrada.
Embelesados de su historia, color y misterio salimos a seguir recorriendo La hermosa ciudad de Arequipa, que merece un reportaje aparte. Conocer Arequipa parlar con su gente en las picanterías y restaurantes, son amables, educados y nos recomendaron visitar: La Casona del Moral, La Casa de Arróspide, la casa de la Moneda o la Casa Tristán del Pozo, monumentos representativos del resplandor arequipeño.
De vuelta al barrio limeño cargamos con los mejores recuerdos, una botella de Anís Nájar de etiqueta roja, Tofis y chocolates de La Ibérica, artesanías en piedra sillar volcánica y de la buena ganadería, un original maletín de cuero.